Pongamos el ejemplo sin imponer nuestras ideas.

Estoy en algunos grupos de Facebook de seguidores del movimiento «zero waste», y hace poco vi una entrada de una chica que se quejaba por que se sentía poco apoyada por sus amigos y familia, que nadie quería seguirla en su propósito de generar menos desperdicios. La mayoría le comentamos que ella siguiera intentando cambiar sus hábitos, pero que para nada podía obligar al resto a hacerlo si no querían.

Cuando me invitan a comer a alguna casa y me sirven en desechables me han llegado a comentar que me voy a molestar o les voy a hacer algún comentario al respecto juzgando que los usan. Debo aceptar que alguna parte de mi corazón se rompe cuando me toca usarlos, pero cualquiera que me conoce sabe que no soy así de intensa. Si esto pasa, no me voy a poner a darles una cátedra al respecto. Platicar del tema se limita a cuando alguien me pregunta al respecto o me pide consejos.

Hace poco leí una frase por ahí que decía algo como «quien este libre de pecado que tire el primer frasco», y es verdad, incluso los que estamos inmersos en este movimiento no somos perfectos, no tenemos todo bajo nuestro control.

Entre los consejos que doy para reducir basura se encuentra llevar tu kit de utensilios, vasos y plato cuando sales a comer, por si solo sirven en desechable, pero esto cambia si me invitan a alguna casa. En lo personal, se me hace una falta de respeto llevar mi kit en estos casos. Si yo participo en la organización del evento o me toca llevar comida u aportar algo, ahí si me voy preparada.

Como lo mencioné arriba ni en mi casa tengo todo controlado. Les cuento, somos en casa: mi hija, mi esposo, mi madre y yo. Todos tenemos gustos y necesidades muy diferentes y, en el caso de mi madre, pues también costumbres muy arraigadas.

Mi esposo me apoyó enseguida con el cambio, pero aún así hay cosas que él no está dispuesto a cambiar y, aunque no me haga muy feliz, tampoco puedo hacer mucho al respecto. Le doy opciones, le platico mi sentir, aveces funciona, aveces no.

Con mi hija es más complicado. Es pequeña (6 años) y está en edad en que adora los juguetes de moda y ni que decir, la comida chatarra. Por obvias razones intento ponerle límites en los 2 aspectos pero no los prohibo por completo. Me parece contraproducente, entre más le prohiba algo más lo va a querer.

Con la madre fue todavía peor. Años y años de costumbres no se quitan de la noche a la mañana. Claro que todavía sufro cuando veo que para limpiar una manchita toma papel, o que usa bolsas de plástico para todo, pero sé que no lo hace por mala intención ni por molestar. También se está esforzando en cambiar algunas cosas, pero obviamente tiene su límite. Hay cosas que se que jamás va a querer cambiar.

En resumidas cuentas, no se trata de obligar a los demás a adoptar nuestro estilo de vida, se trata de poner el ejemplo con nuestras acciones, no culparnos cuando las cosas no salgan como lo planeamos y así, poco a poco llegaremos a más y más consciencias . Yo lo veo así: si de 20 amigos que tenga llegó a 3, estos 3 van a llegar cada uno tal vez a otros 3, y la cadena va a ir creciendo y creciendo. No desistas en tus intentos.

Recuerda que cada pequeña acción cuenta.

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